martes, 30 de agosto de 2011

Life is just a dream on the way to death.






Botella de vodka en mano, ojos llorosos y desgastados, la ropa hecha jirones, olor intenso a lluvia y el pelo enredado como de costumbre. No era de extrañar encontrársela así, sumida en una profunda pesadilla. Soñando con el regreso de su cadavérico príncipe de ultratumba, que yacía enterrado en un cementerio donde los espíritus gritan sin piedad por la noche y despiertan al viento y a las tormentas. 


Cuentan que una enigmática mujer lo embrujó por completo, desde el primer día en que lo conoció. Una vez no le pareció suficiente para encontrarse con ella. A medida que él se iba encaprichando más, ella lo iba consumiendo lentamente. Hasta que un día, la chica que verdaderamente lo amaba se percató de lo que estaba pasando. Él intentó salir de ese abismo, pero era demasiado tarde, pues esa bruja embaucadora se aprovechó de él hasta el último soplo de su respiración. No podía aguantar más, era demasiado tarde. 


La muerte, impasible y anciana, fue a buscarlo sin piedad, y cerró los ojos del muchacho con sus huesudas y ásperas manos. 


Y ella, como una Cenicienta sin zapato de cristal, como una Bella Durmiente sin despertar con un beso de amor eterno, llora su pérdida eternamente.


Borracha y perdida en medio de la nada

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