martes, 18 de octubre de 2011

Fighting with ghosts.

Abres y cierras los ojos. Parpadeas. Sientes el sonoro tic-tac de tu corazón. Tu cuerpo parece un reloj, siempre puntual a todos los sucesos. Piensas, te paras a pensar sin más, y sueñas despierto tu propia pesadilla. Peleas contra todos los monstruos que quieren asustarte, contra todas las brujas que quieren convertirte en parte de sus piezas de coleccionista y colocarte en una repisa con sangre de dragón y dorados cabellos de sirena, contra los fantasmas de tu imaginación. 

Y del sufrimiento ves que te ahogas en tu propia pesadilla. Pierdes la respiración y...

Quien sabe cómo has de reaccionar.




Quizás sea una señal...de que algo se avecina.

jueves, 6 de octubre de 2011

Just survive

Hoy la lluvia gobierna las calles y se convierte en la protagonista del día. No ha dejado de llover desde por la mañana temprano, a veces con más o con menos intensidad. A ratos se vuelve más violenta, como si cayeran dagas o espadas del cielo. En cambio, otras veces aparece en forma de un dulce susurro cuyo delicado y húmedo aroma penetra en tu mente. El sol parece temeroso de querer salir, se esconde tras las nubes sin ganas de brillar. 


Las palomas vuelan buscando sus refugios, al igual que los cuervos, las ardillas y todos los animales del parque. Se esconden para sobrevivir. Sobrevivir. La palabra que define perfectamente lo que es vivir. Apañarte sola, ir sola, moverte sola, y en caso de que te encuentres sin saber qué hacer, no esperar a que se te encienda la jodida bombillita de la inspiración y encuentres una solución chiflada y sin sentido, sino reaccionar rápidamente y reflexionar antes de actuar. 


Hoy, bueno, durante esta semana, me he sentido como la cría de pájaro que está volando del nido y le está costando la misma vida espabilarse. Y no estoy en este caso para nada orgullosa de mi misma, quiero que se vaya la inmadurez, el miedo y la inseguridad.


Pero claro, los pájaros no razonan. Y yo en cambio debería hacerlo.


I feel like if a hurricane has broken my fucking mind.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?

Estaba demasiado bebida como para recordar todo lo que vivió. Luces de carteles de pubs o discotecas que parecían arcoiris y serpenteaban por el cielo, como si se tratasen de estrellas fugaces o cometas; algunas sonrisas que se desvanecían con sólo pestañear una vez, a veces incluso dos o tres; voces que se distorsionaban repentinamente en el cerebro, creando un sonido macabro y a la vez inquietante. Miles de tacones rotos por la calle, las chicas andaban descalza y mostraban sus piernas con medias rotas, o algunas incluso no llevaban. Los chicos iban demasiado fumados como para hablar, sólo reían, y reían, y volvían a darle una calada a su cigarrillo o porro, con caras de interesante o con caras de "qué coño estoy haciendo".


Ella iba ataviada con su abrigo negro, unos elegantes tacones de charol y un vestido tanto inocente como tentador, de un color crema precioso. El pelo, ya despeinado y sin forma, iba recogido en un elegante moño, parecía una señorita victoriana. La elegancia de sus pendientes contrastaba con la rebeldía y el estilo hippie de su dilatador. Sus ojos apenas presentaban sombra ni lápiz. Apenas le quedaba carmín en los labios. La boca le olía a Jack Daniels, rebujado todo con coca-cola light. "Odio la coca-cola normal" le decía a la camarera cuando le fue a pedir su cubata. Y la camarera no la miraba con cara rara. Decía que tenía pinta de ser alguien diferente, no precisamente especial.


Y como Maria Antonieta en Versalles se sintió la reina de la fiesta. Pero en vez de un amplio y pomposo salón de baile con música clásica, estaba en un mugriento antro, que tenía una tarima negra y pequeña y sólo bailaba ella. Y con los Arctic Monkeys de fondo. La banda sonora de sus veinte años.




Just let me dance like i've never done.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Hello there, the angel from my nightmare.

Mándame hoy un beso desde lejos, me da igual si desde la luna que pende del cielo o del reflejo de las estrellas en el agua. Cuídame estés donde estés. Haz que mi espíritu de niña ingenua madure, y se convierta en una mujer de una vez por todas. Échame de menos como yo a ti.


Y sobretodo, no te olvides nunca de mí. Nunca te olvides de que te quise, te quiero y te querré eternamente. Estés donde estés. 


Dile al viento que me acurruque con tu voz. Y así al cerrar los ojos vea tu imagen proyectada en mi mente.




Stop this pain tonight

viernes, 9 de septiembre de 2011

I miss you.

Te fuiste para siempre hace una semana. Exactamente una semana. Y no te puedes imaginar cuánto te echo de menos. Echo de menos ver tus preciosos ojos, de un color tan misterioso que no los podría describir con exactitud. Tus manos parecían arrugadas con el paso del tiempo, pero a mi me parecían suaves y cálidas. Echo de menos verte tejer en tu sillón, mientras veíamos la tele juntas y me preguntabas "¿tienes hambre ya? Te voy a preparar una tortilla que se te va a quitar el sentido". Y cada vez que me iba a la cama, no tardaba casi nada en dormirme, escuchándote hablar o canturrear antes de acostarte. Por la mañana siempre amanecía con pelos de loca, tú misma me lo decías. Cada vez que preparabas pasta con tu receta secreta de tomate se me hacía la boca un océano, no había persona que pudiera resistirse a tan suculento plato. Tus bizcochos, tus brazos de gitano hechos con galletas. Las travesuras con los primos en tu casa. Esos momentos no volveré a vivirlos nunca más. Pero siempre estarán en mi mente, en ese baúl de los recuerdos que no podemos ver. 


Estas navidades serán distintas sin ti. Y los reyes. Y todo el año en general. No sabes cómo se nota tu ausencia. 


Ojalá, estés donde estés ahora mismo, me estés viendo. Y también a todos los que te quieren. Y que, como te dijo mi madre en el hospital, si ves que me encuentro sin ganas de nada, envíame una señal. Me da igual, me conformo con lo más pequeño. Sabré que es suficiente y que estás ahí, intentando ayudarme de la manera que sea.


Siempre te querré, abuela. Ya nadie podrá hacerte daño. Ahora estarás con el abuelo, al que también echo mucho de menos. 


No importa lo lejos que estés, siempre te siento aquí conmigo.

martes, 30 de agosto de 2011

Life is just a dream on the way to death.






Botella de vodka en mano, ojos llorosos y desgastados, la ropa hecha jirones, olor intenso a lluvia y el pelo enredado como de costumbre. No era de extrañar encontrársela así, sumida en una profunda pesadilla. Soñando con el regreso de su cadavérico príncipe de ultratumba, que yacía enterrado en un cementerio donde los espíritus gritan sin piedad por la noche y despiertan al viento y a las tormentas. 


Cuentan que una enigmática mujer lo embrujó por completo, desde el primer día en que lo conoció. Una vez no le pareció suficiente para encontrarse con ella. A medida que él se iba encaprichando más, ella lo iba consumiendo lentamente. Hasta que un día, la chica que verdaderamente lo amaba se percató de lo que estaba pasando. Él intentó salir de ese abismo, pero era demasiado tarde, pues esa bruja embaucadora se aprovechó de él hasta el último soplo de su respiración. No podía aguantar más, era demasiado tarde. 


La muerte, impasible y anciana, fue a buscarlo sin piedad, y cerró los ojos del muchacho con sus huesudas y ásperas manos. 


Y ella, como una Cenicienta sin zapato de cristal, como una Bella Durmiente sin despertar con un beso de amor eterno, llora su pérdida eternamente.


Borracha y perdida en medio de la nada

sábado, 27 de agosto de 2011

Otra noche más.

Anoche las estrellas se mostraron más brillantes que nunca. Parecían sonrisas de una boca perfecta, cuyos dientes marmóreos y relucientes resplandecían en medio de una oscuridad siniestra. La luna también se convirtió en nuestra compañera, quizás bastante celosa de los besos que nos regalábamos a cada segundo. Tu risa incitando a la mía, mis manos buscando las tuyas. Y de pronto, como quien no quiere la cosa, nos sumergimos en un profundo y tranquilizante silencio. Miraste el reflejo de tus ojos en tu espejo más preciado, los míos. Me dijiste: "aunque no pueda verte bien sé que hoy luces más preciosa que nunca. Me vuelves loco cuando tienes el pelo despeinado y el rimmel casi corrido." Parece estúpido, pero me sonrojé. Sé que es mucho tiempo juntos, pero contigo vuelvo a ser la quinceañera inmadura e inocente de hace casi cinco años. Y, si te soy sincera, creo que te gusta que me comporte así. No quiero decir que sea una cursi y repelente princesita en apuros. Sabes que ese prototipo me parece absurdo y repipi. Soy simplemente alguien que encontraste por casualidad, una chavalita aventurera, atrevida, sonriente, loca e histérica, que logra que se te amontonen sonrisas por milésima de segundo. Y eso se debe a todas las chiquilladas y tonterías que hago. Y también disgustos, sí. Bendita y puta inocencia, ¿por qué llegaste a mí? Aunque no me imagino sin ella, es imposible que fuera yo.


Tampoco tú eres mi príncipe azul, tan perfecto como lo pintan los cuentos. Si fueras un príncipe jamás te colorearía de azul, me resulta imposible. El azul es un tono demasiado frío para tí. Quizás te pintaría de verde, el color de la esperanza, o quizás fueras de color amarillo, enérgico y cálido como el sol. Bueno, da igual. Lo que importa es que eres diferente e increíble y que conviertes cada momento que estamos juntos en un recuerdo inolvidable. Y me da igual si no somos príncipes, ni reyes, ni tenemos un ostentoso palacio con piedras preciosas y oro. El tesoro más preciado es la sinceridad de tus palabras y el resplandor de tu sonrisa, tu forma de abrazarme y el néctar de los besos con sabor a fruta fresca que me ofrece tu boca. Es tenerte a ti y saber que puedo contar contigo siempre.




Nos tenemos el uno al otro. Y eso es lo único que importa.